lunes, 22 de abril de 2013

III Carrera por Montaña Garganta de los Infiernos

...gran carrera en Jerte, una verdadera carrera de montaña. Un día estupendo donde todo sumaba, los cerezos todavía en flor, mucha agua en el río y en los pilones, la familia presente, muchas caras conocidas de este mundillo. Todo perfecto...
Siempre he defendido con orgullo que las carreras que más me gustaban eran la Media de Mérida y la Media de Jarandilla. Dos pequeños detalles sin importancia contribuyen a fomentar esa opinión, ya que en Mérida vivo y en Jarandilla nací. Pero esa era mi opinión.
...hasta hoy
Creo que nunca he corrido una carrera que me haya gustado tanto, a pesar de su dureza. No he llegado en mi mejor momento desde luego, tras 15 días sin salir a correr por las secuelas de las Millas Romanas de Mérida, con mucha precaución por saber si mi periostitis estaba curada o si mis gemelos volverían a independizarse de mi cuerpo. Pero no pasó nada, solo pagué la inactividad y mi pésimo estado de forma.

Esta carrera debería suponer un punto de inflexión, para volver a afinar la maquinaria de cara a la liga de clubes de atletismo, eso espero...

La carrera comienza en la Plaza, transcurre durante 22 km con dos partes muy diferenciadas. Los primeros 10 km contienen las cuestas más duras, el paso por "los pilones" es espectacular y la subida pone a todos en su sitio. En fila de a uno, andando, ayudándote de las manos, tropezando, cayendo... levantándote. La otra parte de la carrera, hasta el final, da el protagonismo a las bajadas, muy técnicas y muy largas, aunque de vez en cuando aparece algún repecho para acabar de machacar al personal.


Es muy importante mencionar que el pueblo se vuelca con la prueba, con mucho público en las calles. Incluso algún fuera de serie como es el caso de Gema Martín Borgas, que ganó en la Media de Jarandilla, y que por cierto animó a los corredores como la que más dando muestras de su simpatía.





Muchas veces he estado en el Valle, muchas veces he pasado por este pueblo, he sentido su arquitectura, sus gentes, su agua, sus cielos, sus colores, sus olores. Mi condición de "verato" me otorga cierta hermandad con esta zona. El Jerte y la Vera, la Vera y el Jerte, incluso muchos confunden y mezclan, da igual. Esta carrera ha contribuido a admirar más lo que tantas veces he visto. Y por supuesto como en todas las cosas bien hechas, siempre hay alguien que es responsable, en este caso sólo podemos felicitar y agradecer una organización tan eficiente, que a su vez no altera en exceso la condición natural del entorno. Todo el recorrido está perfectamente marcado, sin convertirlo en una autopista señalizada, con sutileza y respeto, descubriendo siempre el siguiente paso, el siguiente salto, confiando en tu instinto y seguro de que tu rumbo es el bueno.






La parte más representativa (mediática) de la carrera es sin duda la zona de "los pilones", la aproximación es espectacular y los gritos y aplausos de la gente que allí te espera te empuja hacia arriba dando tracción a tus zapatillas entre canchal y canchal. Después empieza lo duro.






Mi carrera empezó al final, en la segunda mitad, cuando empezamos a bajar. Eso es lo mío, bajar a tumba abierta, cuanto más técnico mejor, pendiente, giros, saltos. Caí una vez, cortándome en una rodilla, solo era sangre. Otra vez me di con unas ramas en la cabeza, lo mismo, solo sangre. (Esto me está quedando un poco Cid Campeador, en realidad fueron buenos sustos, rodillazo en una piedra y el golpe en la cabeza con una rama partida, que por mi naturaleza "cagueta" me dejó un poquito grogui).




Cuando ya enfilaba las últimas bajadas de aproximación al pueblo, en los últimos 5 kilómetros, la tensión acumulada en las piernas hacía que no pudiera correr más rápido aunque mi cabeza decía que por allí yo tendría que correr más... pero no podía, por tanto ya me dediqué a disfrutar, charlando con los compañeros que encontraba en mi bajada, agradeciendo los aplausos de la gente, buscando a Virginia y a mis hijas, deseando escuchar a la pequeñaja eso de

...papi tortuga!!!! , que tanto me gusta



Bueno, ya va siendo hora de cerrar ésto, de nuevo alabanzas para los jerteños y para la organización de la prueba. Como veis en ningún momento ha aparecido la palabra cerezo (bueno, casi ninguna), porque el valle es más que 15 días al año y flores blancas...


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sábado, 6 de abril de 2013

LXVII millas romanas de Mérida, edición XV


Han sido mis primeras millas, mucho sufrimiento durante muchas horas, una gran satisfacción en unos pocos segundos, justo al acabar... Justo al ver a Olga, Natalia y Virginia... Es la primera vez que la emoción no me deja articular palabra al llegar a meta...  amores, lágrimas y sonrisas...
 
 
La prueba tiene un carácter claramente no competitivo, de hecho la organiza un Club de Senderismo (Club de Senderismo Camino de la Plata), es decir la gran mayoría de participantes hacen el camino andando. Los locos que intentamos hacer los 100 km de trayecto corriendo no luchabamos por un puesto en un podio, sólo queríamos acabar, y que nos diesen nuestro "miliario", por cierto un recuerdo muy bonito.
 
Ha sido mi primera carrera de muy larga distancia, esto no tiene nada que ver con maratones ni medias maratones. Tiene que ver con vencer a tu cabeza, que obstinadamente te recuerda la tan repetida frase de "que coño hago yo aquí", y también tiene que ver con vencer al dolor físico, que se manifestó en forma de periostitis astronómica, ya que desde el kilómetro 70 cada vez que mi pie derecho tocaba el suelo sólo veía estrellas y demás cuerpos celestiales.
 
Me acompañó mi amigo Sergio, es el compinche con el que me dedico a estos menesteres, pero además es el único que sabe realmente de que estoy hablando cuando intento describir las sensaciones de esta carrera.
 
La salida se dio como estaba programada, en la Plaza de España de Mérida, a las 21.00 horas del 5 de Abril de 2.013. La prueba consiste en recorrer 100 km en menos de 24 horas, no se permite ir a un ritmo superior a 7 minutos el kilómetro, de hecho el paso por los diferentes controles está condicionado a no hacerlo antes de un horario determinado, es decir si vas muy rápido te "invitan" a esperar hasta que se cumpla el tiempo más rápido permitido. En esta edición creo que únicamente un corredor tuvo que ser retenido en los primeros puestos de control.
 
 
 

 

La prueba se divide en tres circuitos que terminan en el Pabellón Diocles, convirtiéndose por tanto dicho edificio en cuartel de operaciones. En nuestro caso invertimos 14 horas en terminar los tres circuitos, por tanto realizamos la mayoría del trayecto con noche cerrada y la necesaria ayuda de nuestros frontales. El trazado de los circuitos se modificó notablemente respecto a ediciones anteriores, ya que las inundaciones y la crecida del Río Guadiana obligó a ello. Temimos que la prueba se pudiera suspender pero la organización actuó rápidamente, con muy buen criterio preparando en pocos días un nuevo circuito y modificando puntualmente los otros dos.
 
 
 
 
 
 
Desde el punto de vista organizativo, mi percepción fue muy satisfactoria, exceptuando varios nubarrones que son inevitables y que no pueden recaer sobre las personas que arrimaron el hombro para hacer posible la prueba. Me refiero en primer lugar al gravísimo error que hizo que el coche que dirigía la cabeza de carrera equivocara el trazado haciendo que un gran número de corredores hiciéramos como 3 kilómetros más. A su vez, en Mirandilla no estaba señalizado el puesto de control, por lo que pudimos averiguar, se debió a que manos negras que no estaban muy contentas con el evento ocultaron las indicaciones. En esta ocasión sólo nos vimos afectados los que llegamos entre los puestos 2º y 10º, pero nos provocó hacer como otros 2 kilómetros más. La señalización de los caminos era  lo suficientemente clara como para poder seguir el recorrido prestando un mínimo de atención.
 
 
 

 
 
Como ya he dicho la satisfacción de llegar al último control y ver como ponen el último sello en el rutómetro es difícil de explicar, pero sobre todo recuerdo la alegría que te invadía a pesar de los dolores en tibia, gemelos, cadera y espalda, la alegría de saber que ya no tenías que correr más. No volveré a hacerlo, es muy duro, es doloroso, bueno, quizá el año que viene... que coño, el año que viene otra vez...
 
Al final como se puede ver en las fotos, Sergio y yo llegamos a nuestro destino, los dos juntos, entrando noveno y décimo... Fue un gran estreno, y allí nos esperaban Paloma y Virginia para compadecerse de nosotros. Fue una prueba retransmitida por "güasapp", en riguroso directo, tanto a mis compañeros del Diocles como a mis amigos y familia en Jarandilla.
 




Me hubiese gustado haber acabado en la Plaza de España de Mérida. Recuerdo hace 3 años, cómo por casualidad, fui testigo de la llegada de varios participantes de las millas a la meta en la plaza. Llegaban como autómatas, como muertos vivientes completamente ignorados por la gente que "findesemaneaba" en la Plaza y en el entorno de la Calle Santa Eulalia. Es evidente que no es lo mismo que te ignoren en el entorno del Diocles que en la Plaza, aunque en esos momentos todo, todo, todo, te da igual... No importa donde estuviera la meta, lo que importaba era que tú estuvieses en ella.


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